“Esta juventud está malograda hasta el
fondo del corazón. Los jóvenes son malhechores y ociosos. Ellos jamás serán
como la juventud de antes. La juventud de hoy no será capaz de mantener nuestra
cultura.”
Algunos de vosotros habréis asentido con
la cabeza mientras leíais el párrafo anterior, sin saber que esta frase se
encontró escrita en una vasija babilónica de unos 4000 años de antigüedad. Obviamente,
muchos, conoceréis este hecho puesto que no descubro nada nuevo al usarlo y es
habitual comenzar con este tipo de frases cuando uno habla de juventud para
lograr la aprobación del foro y luego sorprender con el dato histórico que se
ocultaba al presentar la cita. Objetivo cumplido: optimismo y ánimo, la
juventud siempre ha sido así. ¡A otra cosa, mariposa!
Hace algún tiempo asistí a una conferencia
que comenzaba con esta frase; por desgracia no recuerdo el nombre de la
ponente, así que mis disculpas por no citarla; y me pareció muy interesante e
inspiradora. Hoy, no estoy tan seguro de que el mensaje funcione de una forma
tan directa. Últimamente creo que la juventud de hoy ni siquiera tiene las
ganas de asumir el rol de “malhechora”. Conformismo y falta de pasión campan a
sus anchas por los cerebros y las almas de esos jóvenes individuos embotados
por el exceso de medios y la confusión de fines.
Cada día percibo más actos envueltos en esa
ignorancia atrevida y autocomplaciente que lleva a nuestros jóvenes a afirmar
sin saber, a corregir sin conocer, a hablar sin pensar y a comportarse de una
manera prepotente tan ridícula como el tamaño de sus imprudencias.
Y una vez más, y como siempre, la culpa no
es suya; la culpa es nuestra, de los mayores. Me decía el otro día un compañero,
de manera exagerada: “Algunas familias los han criado durante años como champiñones;
oscuridad y mierda. Ahora, ¿qué esperan?”. Y yo, voy más allá, incluyo en esa
afirmación a algunos docentes.
Si todos, padres y docentes, nos diéramos
cuenta de que en cada uno de nuestros jóvenes están depositadas nuestras
esperanzas futuras, y se lo hiciéramos saber a ellos enérgicamente; a todos, a
cada uno de ellos; las cosas cambiarían. Para ello son necesarias algunas
cosas, pero todas sencillas; la primera es hacer lo que tanto les pedimos,
prestar un poco de atención a nuestro entorno y la segunda, hablar con ellos y
escucharles. Están tan acostumbrados a que no se les escuche que están
empezando a olvidar hablar.
Autonomía, pasión y capacidad de
expresión. Ayudémosles a ganar autonomía, mostrémosles el camino de vivir la vida con pasión y dotémosles
de las herramientas necesarias para ganar capacidad de expresión. Ingredientes
cargados de sentido común pero tan poco frecuentes como el sentido del que
están cargados.
Y entonces un alumno, 16 años, publica en
un blog una entrevista perfecta y otra alumna, 14, me presenta una idea para un
concurso de carteles que me emociona.
Apago la luz sin poder dejar de sonreír y
duermo.
Me alegra mucho esto fenómeno. Gracias por ese inciso, un abrazo.
ResponderEliminarSiempre se ha dicho que querer es poder. Yo añado, creer es necesario para poder.
ResponderEliminar